Un museo de montaña a 15 minutos del centro de Mendoza
Está situado al pie del cerro Arco, donde comienza el Piedemonte mendocino. Su mentor es el reconocido montañista Domingo Álvarez.
Por: Jorge Federico Gómez

A tan solo 15 minutos del centro de la ciudad de Mendoza se encuentra emplazado un pequeño e interesante museo de montaña donde se puede conocer parte de la rica historia del montañismo de los Andes centrales.

Está situado en el Piedemonte, exactamente en el ingreso mismo al camino que conduce a la cima del cerro Arco, al cual se llega luego de atravesar el Parque Gral. San Martín y transitar la avenida Champagnat y el circuito de El Challao, departamento de Las Heras.

Se trata del emprendimiento de uno de los más reconocidos andinistas locales, Domingo Álvarez, junto con sus hijos Juan y Matías. El lugar, abierto al público desde el 16 de abril de 2004, es conocido como Puerta de la Quebrada, donde además del museo se pueden degustar comidas criollas y cerveza artesanal, en ocasiones acompañadas por buena música regional en vivo.

El pequeño predio contiene piezas y herramientas con los que antiguamente se practicaba el montañismo en Mendoza. Viejas piquetas, zapatos, botas y borceguíes de cuero, grampones, antiguos tipos de esquíes y bastones, clavos de hierro y estribos de escalada -construidos por el mendocino Miguel Dediol-, los primeros empotradores, cuerdas de navegación que se utilizaban para escalar, otras de cáñamo, estructuras de mochilas de diseños primitivos, todos elementos que se exhiben en vitrinas prolijamente dispuestas para su observación.

“Aquí se puede evaluar la evolución a través del tiempo del material de montaña, y sirve para comprender cómo funcionan, sus principios básicos” define Domingo Álvarez en diálogo con Aconcagua Online.

También es interesante y profusa la colección de imágenes que completan la oferta. Fotografías y posters de intrépidos ascensos y expediciones de décadas pasada protagonizadas por los más reconocidos andinistas, mendocinos y de todos los orígenes.

El centro del espacio del museo lo ocupa una particular maqueta en escala del gran monte Aconcagua, construida por el propio Domingo Álvarez con materiales tradicionales. En el modelo se encuentran señalizadas las distintas caras del Coloso de 6.962 metros con sus diferentes vías de ascenso y campamentos de aproximación y altura. Una excelente forma de conocer a simple vista la magnificencia de una de las cumbres más atrayentes del planeta.

En las afueras del museo, un reloj solar y un punto geodésico -“para saber dónde estoy y hacia dónde voy” explica Domingo- completan un entorno puro de montaña.

El valor agregado del museo de montaña lo constituye la posibilidad de que sea el mismísimo Domingo quien lo acompañe en la visita guiada, y con paciencia montañesa le explique puntillosa y amablemente las características de cada uno de los elementos que integran la hermosa colección. No es para menos: el nombre de Domingo Álvarez está inscripto en la historia grande del Aconcagua, cuando en 1986 y junto a Alejandro Randis, Danielón Rodríguez, Lito Sánchez y Manolo Barrios Prieto lograra la primera ascensión mendocina por la emblemática pared Sur.

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