Aconcagua: Cómo protegemos las manos?
Segundo informe sobre la importancia del equipo necesario para la expedición. Proteger las manos es fundamental
Por: Jorge Federico Gómez

Uno de los puntos críticos a la hora de protegernos del frío en nuestra expedición al Aconcagua, son las manos, siempre expuestas en mayor medida que cualquier otra parte del cuerpo.

El secreto está en lograr la mejor aislación posible.

Una primera capa salvaguarda las manos para que no queden expuestas de manera directa a la intemperie en el día de cumbre, donde es preciso quitarnos los mitones por ejemplo para manipular los crampones necesarios en aquella altura. Además, esta maniobra por lo general se realiza muy temprano por la mañana, en el momento de partida hacia la cima. Exponer la piel en forma directa con -10° C de temperatura, viento de 35 km/h y por lo tanto sensación térmica de -30° C, puede llevar a congelamiento de hasta segundo grado en cuestión de segundos.

Para esta capa, un guante sintético de trama fina y resistente a la abrasión, y que permita maniobrar, es lo recomendable.

Los mitones aislantes cumplen la función de conservar el calor propio de las manos. Serán de duvet o alguna fibra sintética, y se debe tener especial cuidado con el diseño ya que por más aislamiento que provea si separa los dedos provoca un rápido enfriamiento al no permitir que los dedos compartan el calor al estar en contacto.

Los mitones suelen incluir una tela exterior corta viento que evita la saturación interna de humedad. Pero si no la tiene se deberá acudir a cubre mitones.

Algún calienta manos adicional que se coloca entre el guante interior y el mitón es muy útil para el día de cumbre.

Por último, se debe contar con algún sistema de enganche de seguridad a las muñecas o a alguna parte de la indumentaria para que los mitones no vuelen cuando los quitamos.

Y, claro está, guantes de repuesto.

Fuente: Aconcagua, la cima de América. Mauricio Fernández. Ediciones Summit. Octubre 2008.

 

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